Probablemente, de todos los viajes que he realizado a Guinea, este último es el que posiblemente más me ha afectado a la vuelta. Salir de un país a 30 grados para llegar a una Barcelona fría, repleta de comidas navideñas, es como mínimo impactante. Lo sabes porque lo has leído, pero ver una Navidad más verde que blanca, mucho más calurosa, donde los abetos son Ceibas, donde no verás nieve pero sí lluvia, no deja de ser disonante.

Dudas sobre si su comida será muy parecida a la que nosotros tomaremos estos días, pero sí que es evidente que la nuestra, en general, será más copiosa. Papa Noel no traerá juguetes por ninguna chimenea, y seguramente sus obsequios no serán tan abundantes, pero la sonrisa de los niños será la misma o incluso mayor, porque el tiempo les ha enseñado a ser felices con lo que tienen y nunca tristes con lo que les falta.

En este viaje me acompañaba Tania Ortega, compañera del Centre d’Estudis Jaume Balmes. Una de sus tareas era realizar unos talleres a los niños y niñas sobre el Derecho al Juego para luego realizar unas conferencias sobre el deporte como herramienta educativa. Me hubiera gustado que hubierais podido ver la cara de Tania junto a los niños de Guinea y cómo sorprendió a todos los alumnos y maestros. Muchos nunca habían visto a una mujer realizando deporte y mucho menos enseñando actividades físicas a los alumnos.

El hecho de usar el deporte para formar en cooperación, trabajo en equipo y cohesión ha sido una herramienta novedosa para los maestros, no solamente para los del Balmes-Bata, sino de otros centros educativos en Malabo y en Bata.

A la vuelta siempre me llevo de recuerdo la imagen de algún alumno que ha hecho algún comentario o gesto que me ha impactado. En este viaje, permitidme que haga una excepción y me quede con los ojos de los alumnos y maestros observando con admiración a Tania y la cara de ella al sentirse feliz sabiendo que su trabajo está ayudando a la mejora educativa del centro.

 Fotos del viaje aquí

Eduard