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Venerando, sentado en una silla, recibía este mensaje de una alumna del Balmes-Bata. Recibía un gracias de unos ojos negros que lo miraban fijamente como si fuera la primera vez que veía un hombre no solamente blanco de piel sino con la barba llena de canas. Nuestro compañero y amigo observaba la escena, sabiendo que aquel gesto de agradecimiento no solamente iba dirigido a él sino a todos sus compañeros y amigos que durante el  año ayudan en el proyecto de Okume AZ.

El corazón de nuestro amigo se llenaba de gozo al ser protagonista de dicha escena, pero a su vez sentía pena por ser él y no los socios y colaboradores que forman parte del proyecto. Venerando lleva toda su vida trabajando por y para la formación en l’Hospitalet de Llobregat, es un enamorado del espíritu cooperativo, tanto es así que desde que conoció el proyecto de crear una cooperativa en Guinea Ecuatorial, él se involucró, dedicando tiempo y pasión a una fantasía que había dejardo de serlo para convertirse en realidad.

Venerando ha visto pasar días, años, lustros y décadas. Han pasado en un abrir y cerrar de ojos y observa los ojos de la niña y sigue viendo los mismos ojos de todos los alumnos que han llenado sus aulas, ojos de hambre educativa esperando recibir de su maestro una enseñanza que le cambie el día. Y él, consciente, se da cuenta que en todo el mundo todos los niños son iguales, y en su corazón y su sangre joven sale aquella energía vital para luchar y chillar contra la injusticia de crear derechos distintos simplemente por nacer en diferentes partes de la tierra.

Cerca de esta escena Juana habla con unos recién graduados, recuerda cómo hace unas semanas ella se encontraba en la que seguramente es la graduación más especial de su vida, ver a sus dos hijos Leonor y Miguel graduándose en la escuela que tanto ama, es para ella un sueño. Y entiende como nunca la emoción que significa para cualquier padre ver como sus hijos van creciendo y se van formando, superando etapas y convirtiéndose en personas autónomas. Juana observa los niños con las mismas togas y los birretes como juegan y se sienten orgullosos de su triunfo académico. Se siente orgullosa como nunca de ser la Presidenta de una Cooperativa que ha sido capaz de crear una escuela en medio del continente africano, de superar sus miedos dejando su familia durante unos días para ir a tierras lejanas y allí transformarse en un peón más de proyecto dedicando tiempo a pintar, hacer una zanja, hablar con el Gobernador así como con los niños y padres de los matriculados. Abraza a un niño y cierra los ojos pensando en los suyos, dando gracias por la suerte que ha tenido de nacer en el norte del mundo, donde tenemos escasez de tiempo, pero no de otros recursos, y se plantea cómo será capaz de transmitir lo que estos alumnos le han transmitido. El profesor se siente alumno.

Gonzalo sonríe, se siente más profesor que nunca, observa la pizarra con aquellos símbolos matemáticos que no se diferencian en nada a los que empleamos en nuestro centro. Se acerca un antiguo alumno que había estudiado en nuestro centro de l’Hospitalet. Le da un abrazo, es ahora que se cierra un círculo, ahora ve con mucha más claridad como la tarea que lleva realizando hace más de diez años el Centre d’Estudis Jaume Balmes, está dando sus frutos y muchas personas han podido transformar sus vidas gracias a una formación como la que él ha impartido. Observa un trozo de
pan que está comiendo un niño, y lo compara a la educación. Sólo somos capaces de darle valor a las cosas cuando éstas nos faltan. Estamos  transformando el mundo, y cada pieza es importante, cada uno de nuestros socios, padres que colaboran, aquellos que jugaron en las jornadas o se hicieron una trenza, los que se acercaron a la carpa en la Rambla Just Oliveras el día de Sant Jordi. Todos, han ayudado a que hoy, en el acto de graduación más de cincuenta alumnos estén graduándose sabiendo que dicho acto es una rebeldía ante una situación que les tocaba vivir y que decidimos en su momento cambiar.

Hoy Gonzalo siente los orígenes de su profesión, se siente transformador, sabe que, en cada número, en cada lección se encuentra un espíritu transformador y luchador. Eduard recibe las primeras fotos de la Graduación y observa las caras de Gonzalo, Juana y Venerando, en una semana han adelgazado, pero sus ojos dicen mucho más, -que ganas tengo de verlos dice en voz alta, sus amigos y más que nunca, estos dos directores del Centre d’Estudis Jaume Balmes, han hecho un gran trabajo en una semana, cómo me hubiera gustado estar con ellos, ¿qué tendrá el proyecto que enamora?, ¿qué tendrá Guinea que te roba el corazón? ¡Qué ganas tengo de verles! Sabiendo que sus corazones serán diferentes porque hay una parte que se ha quedado lejos y se ha cambiado por una parte del continente que jamás se les despegará. Desde ahora hay algo más que les une, han pisado una tierra, han mirado unos ojos, han compartido una experiencia. Nada más será igual ni en Guinea ni para ellos.

Akiba, Juana, Gonzalo y Venerando, de vuestro amigo y compañero.

Eduard Plana
Presidente de la Fundación Okume AZ